sábado, 8 de marzo de 2014

LANZAROTE. TEGUISE. CARNAVAL. LOS DIABLETES DE TEGUISE


LANZAROTE. TEGUISE. CARNAVAL. LOS DIABLETES DE TEGUISE
[Senda Canaria / Etnografía y folclrore]
LML@2014

Los Diabletes de Teguise son la más bella estampa de una tradición popular producto de la mezcla de creencias aborígenes con elementos castellanos y conexiones brujeriles nacidas sobre todo desde finales del siglo XV, cuando llegan a Teguise los primeros esclavos moriscos y negros con sus prácticas supersticiosas.
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La figura del diablete aparece en Teguise, encarnado en el macho cabrío, símbolo de virilidad y fecundidad en bailes brujeriles y de diabletes interpretados por pastores que tenían lugar en las noches que separan la Navidad de la Epifanía. Por tanto, todas esas fiestas y rituales paganos de la antigua sociedad pastoril se fueron cristianizando tras la conquista y colonización de las islas del Archipiélago con la evangelización de los primeros misioneros. Así nacieron Las Misas de Luz, durante las primeras semanas de diciembre y que tenían lugar en las primeras horas de la madrugada, como triunfo sobre las tinieblas.
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Teguise como capital de la primera isla colonizada del Archipiélago, irradia un foco cultural durante los primeros setenta años del siglo XV, hacia el reto de los islas. Las casas eran ocupadas por los nuevos colonos, caballeros y soldados que incorporan su bagaje cultural; los cantos épico-líricos de los juglares y soldados al mundo del romancero mucho antes que el reino de granada.
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Los pastores que años antes habían bailado en la Gran Aldea, con sus cueros curtidos en el agua del mar, volvían muchos de ellos ahora como esclavos y criados a danzar en las fiestas del Corpus vestidos de diabletes, junto al fuego y las carretas. Sus cueros ahora preparados para la máscarada eran adobados con manteca y grasa pagada por los señores y más tarde por el Cabildo General de la isla.

El día del Corpus, las calles de Teguise vestían sus mejores galas en la procesión; junto al Santísimo estaban la justicia, regimiento, regidores y lo escribanos y delante los diabletes y los tocadores de tambor.

En el siglo XVI, con motivo del nacimiento de Felipe II, los festejos del Corpus se duplican y se añaden a sus fiestas las luchadas y los caballos.
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Durante el siglo XVII era muy apeciada la piel de diablo, la empleada para los diabletes era la piel de cabra. Ganaderos y cabreros obtenían de sus señores el dinero necesario para que pudieran danzar en el día del Corpus.
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El Cabildo General de la isla establecido en Teguise tomó la responsabilidad no ya de comprar las ropas de diablete, sino que pagaba a los que bailaban y tocaban el tambor, así se recoge en los libros capitulares de la Villa de Teguise. El importe entregado a cada uno era de medio real.
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Esta tradición del Baile de Los Diabletes pasa poco a poco a otras fechas y con distintas versiones, tras la oposición de los nuevos obispos ilustrados que no veían con buen agrado estas manifestaciones que pasan a las fiestas de Carnaval.
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Es la Señora Doña Rosalía Spínola Aldana, esposa del Dr. Alfonso Spínola quién da a la careta ciertas reformas, ya no es le acho cabrío la representación del diablete, ahora es la de un toro, con sus cuernos y lengua; la piel de diablo deja paso a la lona o muselina que en pantalón y chaqueta cerrada es pintada con rombos rojos y negros, los esquilones hechos por herreros o de madera en forma de cascabel, junto al zurron de cabrito que unido a un palo con una cuerda es el instrumento con el que se intenta asustar a los niños y jóvenes. Todo ello constituye un conjunto que a pesar de las diferencias deja claro sus origenens y el sentido que tenían las danzas de los pastores.
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Fue Dn. Eliseo Díaz quien logra una perfección en la construcción de la careta. La tradición en la construcción de caretas la continuaron los hermanos Cabrera Rodriguez, Manuel, Alfonso, Felipe y Rafael, a quienes se les recuerda haciendo caretas sobre un molde de barro con tierra de La Mareta.
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