LANZAROTE. TEGUISE. CARNAVAL. LOS DIABLETES DE TEGUISE
[Senda Canaria / Etnografía y folclrore]
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Los
Diabletes de Teguise son la más bella estampa de una tradición
popular producto de la mezcla de creencias aborígenes con elementos
castellanos y conexiones brujeriles nacidas sobre todo desde finales
del siglo XV, cuando llegan a Teguise los primeros esclavos moriscos
y negros con sus prácticas supersticiosas.
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La
figura del diablete aparece en Teguise, encarnado en el macho cabrío,
símbolo de virilidad y fecundidad en bailes brujeriles y de
diabletes interpretados por pastores que tenían lugar en las noches
que separan la Navidad de la Epifanía. Por tanto, todas esas fiestas
y rituales paganos de la antigua sociedad pastoril se fueron
cristianizando tras la conquista y colonización de las islas del
Archipiélago con la evangelización de los primeros misioneros. Así
nacieron Las Misas de Luz, durante las primeras semanas de diciembre
y que tenían lugar en las primeras horas de la madrugada, como
triunfo sobre las tinieblas.
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Teguise
como capital de la primera isla colonizada del Archipiélago, irradia
un foco cultural durante los primeros setenta años del siglo XV,
hacia el reto de los islas. Las casas eran ocupadas por los nuevos
colonos, caballeros y soldados que incorporan su bagaje cultural; los
cantos épico-líricos de los juglares y soldados al mundo del
romancero mucho antes que el reino de granada.
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Los
pastores que años antes habían bailado en la Gran Aldea, con sus
cueros curtidos en el agua del mar, volvían muchos de ellos ahora
como esclavos y criados a danzar en las fiestas del Corpus vestidos
de diabletes, junto al fuego y las carretas. Sus cueros ahora
preparados para la máscarada eran adobados con manteca y grasa
pagada por los señores y más tarde por el Cabildo General de la
isla.
El
día del Corpus, las calles de Teguise vestían sus mejores galas en
la procesión; junto al Santísimo estaban la justicia, regimiento,
regidores y lo escribanos y delante los diabletes y los tocadores de
tambor.
En
el siglo XVI, con motivo del nacimiento de Felipe II, los festejos
del Corpus se duplican y se añaden a sus fiestas las luchadas y los
caballos.
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Durante
el siglo XVII era muy apeciada la piel de diablo, la empleada para
los diabletes era la piel de cabra. Ganaderos y cabreros obtenían de
sus señores el dinero necesario para que pudieran danzar en el día
del Corpus.
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El
Cabildo General de la isla establecido en Teguise tomó la
responsabilidad no ya de comprar las ropas de diablete, sino que
pagaba a los que bailaban y tocaban el tambor, así se recoge en los
libros capitulares de la Villa de Teguise. El importe entregado a
cada uno era de medio real.
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Esta
tradición del Baile de Los Diabletes pasa poco a poco a otras fechas
y con distintas versiones, tras la oposición de los nuevos obispos
ilustrados que no veían con buen agrado estas manifestaciones que
pasan a las fiestas de Carnaval.
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Es
la Señora Doña Rosalía Spínola Aldana, esposa del Dr. Alfonso
Spínola quién da a la careta ciertas reformas, ya no es le acho
cabrío la representación del diablete, ahora es la de un toro, con
sus cuernos y lengua; la piel de diablo deja paso a la lona o
muselina que en pantalón y chaqueta cerrada es pintada con rombos
rojos y negros, los esquilones hechos por herreros o de madera en
forma de cascabel, junto al zurron de cabrito que unido a un palo con
una cuerda es el instrumento con el que se intenta asustar a los
niños y jóvenes. Todo ello constituye un conjunto que a pesar de
las diferencias deja claro sus origenens y el sentido que tenían las
danzas de los pastores.
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Fue
Dn. Eliseo Díaz quien logra una perfección en la construcción de
la careta. La tradición en la construcción de caretas la
continuaron los hermanos Cabrera Rodriguez, Manuel, Alfonso, Felipe y
Rafael, a quienes se les recuerda haciendo caretas sobre un molde de
barro con tierra de La Mareta.
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